El paso de Infantil a Primaria: cómo afrontar con éxito el cambio hacia la nueva etapa

ANA I. MARTÍNEZ l ABC

Es vital que las familias transmitan tranquilidad a sus hijos.

Mucha incertidumbre, dudas y temores asolan a las familias de los menores que acaban la etapa de Educación Infantil para empezar Primaria. «La principal preocupación de padres y madres es que se adapten bien y no sufran en el proceso», explica Dolores Díaz-Toledo, coordinadora de la etapa de Primaria del Colegio Salliver. «Es lógico, pero cuando ya llevamos unos días, son esos padres que estaban más preocupados los que nos dicen sorprendidos que no se pueden creer lo rápido que se ha adaptado su hijo y, además, sin darse cuenta».

Lo más importante a la hora de afrontar este cambio es transmitir siempre tranquilidad a los pequeños. «Cuando llegan el primer día, muchas veces se producen llantos. Siempre recomendamos a los progenitores que se vayan tranquilos y nos los dejen a nosotros porque lo normal es que se les pase en cuanto vean a sus compañeros de clase y empecemos a hacer dinámicas y juegos para conocerlos. En caso contrario, les aseguramos que les llamaremos para planificar una adaptación más progresiva. Contamos con el apoyo de la orientadora del centro para ello», explica la profesional. También es importante informar al centro sobre «cualquier particularidad o necesidad que tengan y que nos pueda ayudar a que se adapten de manera adecuada al cole».

En los primeros días, a su vez, es fundamental que los niños se familiaricen con su nuevo entorno, por ello, en Salliver «les hacemos un tour por las instalaciones para que conozcan los aseos, el comedor, secretaría y los patios de recreo, y además van visitándonos los profesores que les van a dar clase».

Principales diferencias

La realidad es que se producen muchos cambios en el paso de Infantil a Primaria. «En primer lugar, en el entorno y los espacios», apunta Díaz- Toledo, pues «pasan de clases con un mobiliario más dinámico e infantil, a tener un lugar en la clase ya establecido y en el que pasan más tiempo».

En segundo lugar, hay nuevos profesores. «Esa figura de apego que tenían en su ‘profe’ o su ‘seño’ de Infantil, ahora se ve dividida en varios docentes que pasan por la clase a lo largo de la jornada, con características y metodologías diferentes». Este nuevo panorama puede ser visto por los menores como «una amenaza porque es desconocido para ellos». Sin embargo, la experta señala que «es lo primero en lo que debemos trabajar: que la adaptación sea lo más natural posible y se convierta en una oportunidad, no en una intimidación».

Suele suceder también que el centro escolar apueste por un cambio de compañeros y mezcle, por ejemplo, a todos los alumnos de Infantil y haga nuevos grupos de cara a Primaria, de tal manera que los menores no vayan a clase con los mismos niños con los que fueron en la etapa manera que los menores no vayan a clase con los mismos niños con los que fueron en la etapa anterior. En Salliver, apuestan por estas reagrupaciones. «Pero, además, en la etapa de Primaria, solemos hacer uno o dos cambios más», afirma Díaz- Toledo. «Estamos convencidos de que los reagrupamientos suponen una oportunidad para trabajar en las relaciones sociales en un entorno seguro».

Familias y menores no siempre lo ven así. Por ello es fundamental entender este cambio, afrontarlo y transmitirle tranquilidad al menor, explicándoselo antes de que inicie su nueva etapa escolar, escuchando sus dudas, respondiendo a sus preguntas de forma realista y poniendo el foco en los aspectos positivos de esta nueva etapa. Porque, al final, tal y como recuerda la experta, «a lo largo de la vida estamos expuestos a cambios de compañeros en cualquier entorno y qué mejor manera para adquirir las habilidades sociales necesarias para ello, que hacerlo desde pequeños, entre compañeros de un mismo curso, y a los que ya conocen.

La idea es contar con grupos homogéneos en todos los sentidos: académico, emocional, actitudinal y social. Estas reagrupaciones dan lugar a que los alumnos amplíen sus amistades y que aquellos niños que pudieran tener más dificultad para relacionarse, tengan la oportunidad de encontrar nuevos compañeros afines a ellos».

Diferentes metas

Por tanto, la situación de una etapa a otra varía. «La primera diferencia que podemos destacar son los nuevos espacios, puesto que se produce un cambio de edificio y de clase, además del profesorado», recuerda la experta. «Aunque se da continuidad al trabajo realizado en Infantil –prosigue–, el trabajo diario en clase no es el mismo. Dedican más tiempo a realizar tareas individuales, aunque en todas las áreas se recogen tiempos de trabajo cooperativo, que los lleva a moverse y a relacionarse aprendiendo y trabajando en equipo. De este modo impulsamos y fomentamos tanto la autonomía y responsabilidad individual, como la colectiva».

Cabe recordar que el objetivo en la etapa de Infantil, tal y como explica la coordinadora del Colegio Salliver, es que el alumno «sea autónomo y esté preparado para los cambios que se van a producir en Primaria». Para ello, se trabaja el desarrollo social y afectivo y el intelectual.

Así, cuando llegan a Primaria, comienzan el primer ciclo «afianzando lo aprendido en Infantil, de manera que para aquellos alumnos que entran nuevos al colegio, tengan la oportunidad de adquirir los contenidos trabajados», explica. «A lo largo de toda la etapa –continua–, los proyectos en las asignaturas troncales son propios, creados para que el alumno trabaje de manera individual y en equipo, de una forma activa y motivadora, en paralelo con el uso de las nuevas tecnologías». El objetivo al acabar el primer ciclo, es decir, 2º de Primaria, «es que tengan completamente afianzada la lectura comprensiva y una correcta escritura para, a lo largo de los cursos siguientes, complementar el aprendizaje con una buena expresión escrita».

A su vez, «en el área de matemáticas, la base en esta etapa, es el cálculo y la resolución de problemas, vertebrando a lo largo de los 6 cursos todos los saberes básicos necesarios para garantizar el éxito en Secundaria».

Mientras, en inglés, «el alumno amplía el manejo de las destrezas comunicativas iniciadas en Infantil con las otras habilidades de la lengua: auditivas y escritas. Ya en Secundaria y Bachillerato, podemos ver cómo todo este aprendizaje cobra vida en contextos reales incluso más allá del aula», concluye Díaz- Toledo.